Época: Islam
Inicio: Año 610
Fin: Año 2003

Siguientes:
La propiedad de la tierra
Los productos



Comentario

A pesar de la dificultad para desarrollar una agricultura estable y productiva en muchas regiones y del esfuerzo continuo que exigía en el espacio geográfico islámico clásico la puesta a punto y el mantenimiento de sistemas de regadío, a menudo abandonados en tiempos posteriores cuando falló el orden político y social que los había creado, el sector agrario era fundamental y requería el trabajo de la gran mayoría de la población, aunque esta realidad haya dejado pocas huellas y testimonios. Había, en primer lugar, una agricultura de secano cerealista, basada en el trigo y la cebada, y en técnicas antiguas que no se renovaron como, por ejemplo, el empleo de arado romano, aunque algunas tuvieron mucho mayor uso, como sucede con los molinos de agua. Tampoco hubo grandes innovaciones técnicas en los cultivos de regadío, pero sí que ocurrió su difusión y homogeneización, así como un aumento de las tierras irrigadas y, en especial, un perfeccionamiento de las normas de organización del riego y otros aspectos de régimen de uso y mantenimiento que serían luego aceptados y difundidos por otras sociedades, por ejemplo en la España cristiana. Los principales medios y técnicas se referían al uso de acueductos, aljibes y cisternas, presas, kanat o minas de agua muy frecuentes en Irán, norias, balancines o chaduf típicos de Egipto, pozos artesianos, más frecuentes desde el siglo XIV, con los que se alimentaban las redes de acequias.
Diversos tratados de agronomía permiten comprobar también aquella mezcla entre tradicionalismo y mejor organización, a la vez que dan noticia sobre los diversos productos. Algunos jugaron un papel importante en la transmisión de conocimientos: la "Agricultura Nabatea" de Ibn Wahsiya, el "Calendario de Córdoba", en el siglo X, el tratado del andalusí Abu Zakariyya y los de los toledanos Ibn Bassal e Ihn Wafid, en el XI, pueden ser buenos ejemplos.